La curiosidad es el motor para la búsqueda, entre otras cosas, de ideas. Al alimentar nuestra curiosidad, reunimos información que luego nos permite argumentar un concepto, generar una historia, crear un nombre. Es lo que luego nos permitirá desarrollar la narración de historias.
Hace unos días, escuché una frase que decía: «No debemos preocuparnos por saber lo que ya sabemos, ni por lo que sabemos que no sabemos; debemos concentrarnos en lo que no sabemos y no sabemos». A medida que nuestra curiosidad aumenta y la alimentamos, nos llenamos de oportunidades para crear cosas nuevas.
En el proceso de nombramiento en Salto, hemos experimentado muchas situaciones complejas, especialmente porque en el pasado, los procesos de registro no parecían tan complicados como lo son ahora. Anteriormente, una empresa podía registrar su marca en varios países sin mucha dificultad. Parece que ya está todo creado, dejando menos posibilidades a medida que buscamos bajo los mismos modelos o procesos.
Ahora los clientes quieren nombres que puedan registrarse en todo el mundo, y esto parece una tarea titánica. Por lo tanto, los procesos de creación son cada vez más complicados. Un nombre, a pesar de que somos latinos y estamos acostumbrados a mezclar nombres para las personas, no surge con tanta facilidad, y menos aún por inspiración divina en la que todos están de acuerdo. El proceso se está complicando tanto que casi parece que necesitamos invocar a espíritus del más allá en lo que parecería ser una sesión paranormal al estilo de «Poltergeist».
Para crear nombres, el proceso requiere una amplia gama de herramientas, pero sobre todo, mucha curiosidad.
Recuerdo una anécdota sobre una marca, «Kalea», en la que durante la sesión, Sophie, que lideraba el proceso junto con el equipo y la junta directiva, comenzó diciendo: «Necesitamos nombres en español, fáciles de pronunciar, cortos, que reflejen quiénes somos». A partir de ahí, todos empezaron a trabajar, buscando opciones con los recursos que teníamos a mano. Cuando aparecieron las opciones de nombre, apareció «Kalea» como una opción sugerida por la propia Sophie.
«¿De dónde salió eso?» - preguntamos - Su respuesta fue: «'Kalea' es un nombre hawaiano que significa 'alegría, felicidad', sentimientos que nunca deberían faltar en nuestras vidas. También significa «brillante, luz que ilumina el futuro, esperanza».
De acuerdo, la idea nos encantó a todos, ya que reflejaba perfectamente la propuesta de valor que propusimos para la marca, pero ¿qué pasa con el requisito español? Jajaja.
Claramente, debemos abrir nuestra curiosidad por estos procesos, involucrar todo lo que tenemos a mano y, sobre todo, dejarnos llevar por lo que no sabemos porque ahí es donde encontraremos la diferenciación. Más allá de eso, no existe una técnica mejor, ninguna IA que pueda dar el nombre perfecto, porque la fuerza del nombre no reside necesariamente en el resultado, sino en la historia de cómo lo hemos conseguido.
Del mismo modo, Asics, la marca de calzado y material deportivo, se percibe de manera diferente cuando sabes que significa «Anima Sana In Corpore Sano» (Una mente sana en un cuerpo sano), y lo mismo ocurre con muchas de las marcas que conocemos.
Así nacen las mejores historias, marcas e incluso personajes que permanecen en nuestras mentes y corazones para siempre. Esto me lleva a conectarme con una frase que escuché hace poco: «No debemos preocuparnos por saber lo que ya sabemos ni por lo que sabemos que no sabemos; debemos centrarnos en lo que no sabemos y no sabemos». También me puse una cara de perplejidad al leer el final de esta frase hasta que la entendí; y es cuántas cosas que no sabemos y que ni siquiera sabemos. Incluso Aristóteles lo haría si fuera un milenial o de la generación Z de esta época.
Solo quiero que recuerdes que en el momento en que despierta nuestra curiosidad, nos llenamos de oportunidades para crear cosas nuevas. Algunas, nunca imaginadas.
Ahí es cuando realmente ocurre la magia, ese es el secreto de la curiosidad.